
El martes 31 de octubre ocurrió uno más de los encontronazos por el control del narcomenudeo y el cobro de piso en Puebla Capital. Aún no es definitiva la cifra, pero ya se pueden apuntar cuatro muertos.
La sede fue el Mercado Morelos, territorio que junto a otras dos instalaciones comerciales integra a uno de los puntos esenciales de la capital estatal en términos de la delincuencia organizada, a ratos conectada con CJNG y a ratos con La Familia Michoacana.
Los protagonistas de la zacapela son cuadros que han trabajado de forma accidentada en la ciudad pero que tienen como origen a la organización que emprendió Christian Romero, “El Grillo”, uno de los barones territoriales que creció a la sombra de un proyecto criminal y político que por años, ha dominado a la Angelópolis en más de un sentido.
“El Gabo”, promotor del atentado del 31 de octubre y de otros más, originalmente había colaborado en las filas de “El Grillo”, al menos de palabra. Ambos habían acordado retomar el control del Mercado Morelos cuando se encontraban en prisión, lejos de Puebla.
Seguramente “El Grillo” no midió que terminaría siendo traicionado en doble forma: por una parte, sería llevado a rastras de un lado al otro al interior del Penal, para ser molido a golpes y abandonado moribundo. Esa primera traición fue de su propio círculo de protección que lo cuidaba al interior de la instalación carcelaria.
La segunda traición se dio por aquel al que le encomendó tomar el control de su añorado Mercado Morelos. No fue así: “El Gabo” ya traía consigna y lejos de apoyar la causa de su supuesto amigo, se aplicó a fondo para lo contrario: eliminar todo rastro existente de su poder, débil, pero claramente palpable.
El baño de sangre del Mercado Morelos no debe verse como un hecho aislado: mediante el análisis permanente de los homicidios dolosos que se cometen en Puebla Capital, se identificó que las Juntas Auxiliares y las colonias asentadas en el norte del municipio, se hicieron el reservorio más violento de la ciudad en términos de delincuencia organizada.
En 2023, bajo los auspicios de CJNG como organización criminal franquiciante y en mucho menor medida, con “La Familia Michoacana”, La Resurrección, San Miguel Canoa, Xonacatepec y San Sebastián de Aparicio se consolidaron como los polos de actividad delictiva de alto impacto en la región.
Desde tales lugares, cinco actividades específicas (sicariato, narcomenudeo, cobro de piso, tráfico de toda clase de productos robados y robo de combustible) se han dado hacia la capital poblana, los municipios de Coronango, Cuautlancingo, San Andrés Cholula y San Pedro Cholula, así como en ciertas zonas del estado de Tlaxcala.
A finales de 2023, la información señala que las pandillas de alto impacto que inciden de manera determinante en la operatividad delictiva de la zona son:
Quede claro que estas son pandillas de alto impacto, no las únicas pero sí las más violentas, dado que en Puebla Capital operan alrededor de 250.
Es indudable que al desplomarse el control territorial de “El Grillo” y de su principal valedor, “El Negro”, se dio un terremoto criminal en la ciudad de Puebla, generándose una condición similar a la que ocurrió con la caída progresiva de Los Zetas y el lento arribo de CJNG a la capital, aproximadamente en 2019.
La guerra por la plaza se mantiene. Nadie puede llamarse vencedor y en tales condiciones van más de 100 ejecutados en Puebla Capital en lo que va de 2023. Y así, hay quienes quieren presentarse como modelos de gobierno, creyendo que las encuestas vencerán a las llamas.
En algún momento de su carrera, Christian Romero acarreaba gente para mítines políticos. Que a nadie se le olvide que esos saberes están vigentes y aquellos que lo impulsaron, ahí están, en activo.