La historia interminable: Amanda Knox y las mujeres condenadas por los medios
Publicado el 17 de mayo, 2018
La historia interminable: Amanda Knox y las mujeres condenadas por los medios
SE HACE OÍR: “Condenada injustamente; sacrificada y diseccionada por los medios. Es algo con lo que todavía estoy luchando”, confiesa Knox, aquí con Amber Rose, una de las mujeres que entrevista en su nueva serie. FOTO: CORTESÍA DE VICE MEDIA

En “The Scarlet Letter Reports”, su nueva serie para Facebook Watch, Amanda Knox entrevista a mujeres que, como ella, han sido juzgadas y condenadas por los medios.

 

En su novela clásica, “La letra escarlata”, Nathaniel Hawthorne relata la historia de Hester Prynne, una mujer del siglo XVII que luce una “A” cosida en el vestido para proclamar que cometió el pecado de adulterio. En 1642, Prynne tuvo que pararse en un patíbulo para ser humillada y condenada por sus vecinos. Por supuesto, en nuestros tiempos ese patíbulo son los medios sociales, mientras que los vecinos se cuentan por millones.

Tomemos el caso de Amanda Knox. En 2007, la estadounidense y su novio italiano, Raffaele Sollecito, fueron condenados por el homicidio de la estudiante británica Meredith Kercher. Los tres estudiaban en la pequeña ciudad de Perugia, Italia, pero el mundo siguió con detalle el arresto de Knox y Sollecito por el crimen. Ella se llevó la peor parte: perfectos extraños la calificaron de ramera y asesina; los titulares (su apodo en los tabloides era “Foxy Knoxy”) y una turba de internet la declararon culpable mucho antes de que fuera sentenciada a 26 años de prisión. Cuando Knox y Sollecito fueron exonerados tras un segundo juicio, en 2011, Knox regresó a su hogar en Seattle, mas eso no puso fin a la maledicencia.

Así que Knox sabe de vergüenza, y de allí el nombre de su nuevo programa de entrevistas, en cinco entregas, producido por Vice Media: “The Scarlet Letter Reports” (ahora por streaming en Facebook Watch). En él, Knox entrevista a otras mujeres que han sido atacadas públicamente en los medios, sociales y demás. Sus sujetos incluyen a la modelo Amber Rose y a Daisy Coleman quien, después de ser victimizada, se convirtió en defensora de la educación sobre la agresión sexual. Todas las entrevistadas, igual que la anfitriona, han sido satanizadas públicamente y ahora están reconstruyendo sus vidas.

Cuando solicité una entrevista con Knox, me sugirieron que las preguntas no abordaran su pasado. Lo cual me pareció extraño, ya que la única razón de que tenga un programa es, justamente, su pasado, el cual derivó en su exitosa autobiografía (“Waiting to Be Heard”), un documental de Netflix (Amanda Knox) y muchos otros libros, incluido “The Fatal Gift of Beauty”, de Nina Burleigh, colaboradora de Newsweek. No obstante, cuando hablamos, Knox no esquiva pregunta alguna; se muestra abierta, aunque nerviosa. “Espero que seas bondadosa conmigo”, me dice con franqueza. Hablar con reporteros “es muy inquietante, porque nunca sé si me perciben como un ser humano o como un saco de boxeo, como un blanco fácil”. Y tal es el mensaje de su programa.

Knox debe lidiar con el trama del homicidio de Kercher cada día. Es algo que jamás desaparece. “Meredith tenía 21 años. Raffaele, 23. Yo tenía 20. Éramos muy jóvenes”, explica. Sin embargo, “fue el momento definitorio de mi vida. Aprendí mucho y adquirí una nueva perspectiva de mí”.

Hoy cuenta con 30 años y aún vive en Seattle, donde dedica parte de su tiempo al activismo para los acusados injustamente; no solo por la ley, sino por la prensa. Nick Pisa cubrió el juicio de Knox para The Daily Mail, y si hay un villano en el documental de Netflix, él lo es. “Pisa es solo uno de los reporteros que se enriquecieron con mi historia, durante años”, asegura Knox. “Pero dijo algo interesante en la película: todas las personas que le preguntan, ‘¿Cómo pudiste escribir esos titulares sobre Amanda?’. Pues bien, esas personas eran quienes hacían clic en los titulares. No se equivoca al decir que el sistema que tenemos existe por una razón, y que debemos cuestionar cómo participamos en el abuso mediático”.

Semejante escrutinio tiene otra implicación: el robo de identidad. “Me robaron mi historia por la manera como fui representada”, dice Knox. “Me exageraron fuera de toda proporción. El hecho de que me acusaran de organizar un juego de violación… ¡fue de lo más absurdo! Los problemas surgen cuando el relato se impone a la evidencia objetiva. Pude haber sido una dominatriz profesional. Pude haber sido la persona más pervertida del mundo. Pero nada de eso importaba, porque nada tenía que ver con la evidencia del caso”.

Todas las mujeres que entrevistó Knox han debido pasar por alguna versión del mismo problema, y cada una se encuentra en una etapa de procesamiento distinta. El primer segmento, filmado en el décimo aniversario del arresto de Knox, fue especialmente emotivo. “Me encontraba en un momento superreflexivo, hasta de duelo”, recuerda. Su sujeto fue Rose, quien se hizo feminista después de soportar meses de insultos misóginos mientras se divorciaba del rapero Wiz Khalifa. Rose sorprendió a Knox, pues le aconsejó que educara a los hombres hablando “amorosamente con los que tienen expectativas inadecuadas de las mujeres”, informa Knox. “La presencia de Amber es cálida, apacible, maternal. No esperaba algo así”.

Knox aún tiene dificultades para responder a la misoginia. “Cuando veo que otras mujeres [sufren abusos verbales], estallo”, confiesa. “Me abruma, porque conozco la sensación de ser sexualizada y atacada. También les sucede a los hombres. Pero en el caso de las mujeres, mucho tiene que ver con nuestro sistema crítico subjetivo”.

La idea de su programa surgió mucho antes del movimiento #MeToo, y fue muy difícil lograr que escucharan su postura. “Me sentí como sin duda se sienten los demás exonerados quienes, con un esfuerzo tremendo, deben explicar lo que es que te obliguen a hacer una confesión falsa”, dice. De las personas con quienes habló, casi todos eran hombres, y “no podían, o no querían, entender por qué esto podría ser relevante”.

No obstante, en octubre pasado, la situación cambió cuando las acusaciones contra Harvey Weinstein y otros hombres poderosos comenzaron a tener repercusiones. De pronto, “las experiencias de las mujeres eran importantes”, afirma. “Estoy asombrada y muy agradecida, porque jamás pensé que estaría aquí”.

Y con “aquí” se refiere tanto a su lugar físico en el mundo como al giro, sorprendentemente rápido, en la actitud hacia las mujeres. “No hace mucho, pensaba que pasaría las mejores décadas de mi vida entre rejas, por algo que no hice”, revela Knox. “Pasar de eso a esto, en menos de una década, es una locura”.

Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek

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