
En las últimas dos décadas México ha perdido alrededor de 1.2 millones de mexicanos altamente calificados o con estudios de posgrado que salieron del país en busca de mejores oportunidades de desarrollo. Ante este panorama, iniciativas como el premio James Dyson brindan la oportunidad de que los jóvenes mexicanos brillantes muestren el potencial de sus ideas, obtengan incentivos económicos y que sus carreras obtengan respaldo.
Héctor Roberto Hernández Jiménez, estudiante de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y ganador nacional del premio James Dyson Award 2024 comparte la gran satisfacción y responsabilidad que carga sobre los hombros al haber obtenido esta distinción por una obra de su creación, Signal Glove, un guante traductor de la lengua de señas mexicana (LSM).
“Es una gran responsabilidad, pero una que me gusta mucho. De hecho, desde niño quería ser un inventor”, revela Hernández en entrevista con Newsweek en Español. “Quería hacer algo para el mundo y ayudar a las personas. Tengo muchísimas metas con otros proyectos para poder ayudar no solamente a la comunidad sorda, sino a todas las personas que pueda”.
Con la convocatoria abierta hasta el 16 de julio para su edición 2025, el premio James Dyson busca diseños ambiciosos que aborden una problemática actual. Sin importar si es uno de la vida cotidiana o un desafío global, lo relevante es que la solución sea efectiva y demuestre un pensamiento de diseño sólido.
Desde su inicio, en 2005, el premio James Dyson ha apoyado más de 400 inventos con financiamiento y exposición mediática global. Es patrocinado por la Fundación James Dyson, una organización internacional fundada en 2002 en el Reino Unido con la misión de inspirar a la próxima generación de ingenieros. Su principal impulsor es James Dyson, el ingeniero británico inventor de la aspiradora sin bolsa.
El proyecto con el que Hernández ganó en 2024 tiene el propósito de mejorar la comunicación entre personas con discapacidad auditiva y personas que no dominan el lenguaje de señas.
En correspondencia con el espíritu de la convocatoria, Hernández sostiene que es imprescindible considerar el espectro social para innovar: “Tengo el enfoque de darle a la tecnología un impacto social, siempre buscar soluciones para los problemas sociales. Es lo que recomiendo a los jóvenes inventores. Si quieren inventar algo y quieren tener éxito, que sea algo que pueda ayudar a las personas, aunque sea una o dos. Aunque sea un problema pequeño, si es para ayudar a las personas, van a tener éxito”.
Este deseo por impactar el presente desde la tecnología también lo comparte el fundador e ingeniero en jefe de la iniciativa, Sir James Dyson, quien asegura que las ideas que se han presentado desde el comienzo del premio son una muestra del compromiso que tienen los jóvenes por encontrar soluciones para los problemas más urgentes del mundo utilizando el diseño, la ingeniería y la tecnología en ámbitos como la medicina y el medioambiente.
Héctor Hernández forma parte de aquellos ganadores con diseños ligados a la medicina. La idea surgió, según cuenta, durante la pandemia, cuando las dinámicas a distancia fueron indispensables.
“Me percaté de que había un sector de la población que no la tenía tan sencillo como nosotros. Si de por sí para algunos era complicado adaptarse, para la comunidad sorda era todavía más complejo porque la comunicación es muy diferente”, acota.
Al notar este reto de comunicación, Hernández tuvo la idea de crear un dispositivo que tradujera las señas como audio o con apoyo visual, como en la pantalla que se ve en el proyecto final. Así, comenzó con el primer prototipo impreso en 3D, el cual era un poco funcional al traducir algunas letras, pero, admite, no era muy práctico ni exacto.
Posteriormente, al concluir la preparatoria, Hernández se trasladó a Baja California para cumplir un servicio como misionero por parte de su iglesia, experiencia que, además de sensibilizarlo ante las problemáticas sociales, le permitió trabajar nuevamente con personas de la comunidad sorda y entender de primera mano la necesidad de romper las barreras de comunicación.
“Queríamos ayudarlos, pero no sabíamos la lengua de señas y no sabíamos cómo hacerlo, fue muy complicado para nosotros. Entonces me puse la meta de que regresando a casa iba a continuar con este proyecto para hacerlo más funcional y ayudar más a esta comunidad”. Con esa promesa, Hernández sellaría su compromiso para desarrollar Signal Glove.
Aplicar al Premio James Dyson no estaba en los planes del joven estudiante, pues, detalla, se enteró de la convocatoria un mes antes de que cerrara gracias a un influente en redes sociales. Sin embargo, ya contaba con el proyecto y, al indagar más sobre el premio, confió plenamente en el objetivo, el reconocimiento que se ofrece y el propósito.
A diferencia de otros concursos, el James Dyson permite que los participantes conserven la totalidad de los derechos sobre su propiedad intelectual, lo que ha facultado a Hernández para que pueda encargarse del proceso de patentar su invento. Al momento, sostiene comunicación con la Secretaría de Economía de México con la finalidad de concluir dicho proceso.
Hernández resalta una inclinación personal por futuros diseños con enfoque médico y detalla que una de las principales metas que tiene al momento es pulir el diseño que lo llevó a convertirse en ganador nacional del James Dyson.
“Ahorita, junto con la Secretaría de Economía, pues estoy desarrollando la segunda versión de Signal Glove, que va a ser muchísima mejor, va a ser más compacta y va a tener incluso inteligencia artificial. Con todo eso va a dar una explosión todavía más este proyecto”.
En cuanto a los retos que enfrentan los innovadores, en especial los jóvenes, Hernández reconoce la falta de recursos económicos para tener acceso a laboratorios y materiales: “Incluso para nosotros como alumnos es difícil tener acceso, tenemos que pasar por ciertos filtros para poder experimentar desde el laboratorio libremente”.
Además, detalla que, aunque en cuanto a información especializada la internet es una gran herramienta de apoyo, la orientación académica sigue siendo fundamental: “Si tienes una idea, normalmente la llevas tú solo y con tus amigos que te apoyan, pero obviamente necesitas de algún mentor o tutor. A veces eso falta porque ellos tienen sus tiempos, sus clases, esa parte de orientación académica de alguien con experiencia”.
Para fomentar el interés por la ciencia y tecnología, Hernández rememora un aprendizaje obtenido en sus dos años como misionero: hacer que toda la información sea fácil y práctica. “He visto mucho ese fenómeno de que muchos quieren acercarse a las carreras STEM, pero tienen miedo porque piensan que no son buenos. Sin embargo, todo es cuestión de los profesores que tuvieron o de malas experiencias en su aprendizaje”.
Ante ello, detalla, es fundamental enfocarse en que esta información sea más fácil de digerir, más práctica y sencilla. En su experiencia, las redes sociales, como TikTok e Instagram, son un área de oportunidad gigante, pues él las utiliza para subir videos de tecnología y ayudar a las personas a entender más de ella. El propósito es inspirarlos y acercarlos más a las carreras STEM.
Por último, Hernández invita a los jóvenes a acercarse a estas carreras sin miedo: “Si lo hacen tendrán éxito, verán que no es tan difícil como parece”.
El premio James Dyson ofrece 30,000 libras a aquellos innovadores que lleguen a las etapas finales y sean seleccionados como ganadores globales, además de la oportunidad de obtener visibilidad en medios internacionales para contar con una plataforma de difusión para sus inventos.
Las evaluaciones se llevan a cabo primero a nivel nacional por un jurado de expertos y un ingeniero de Dyson, quienes eligen un ganador y dos finalistas en cada país participante. Posteriormente, un panel internacional de ingenieros de Dyson selecciona los 20 mejores proyectos globales.
Para inscribirse, los candidatos tienen que llenar un formulario de solicitud en línea a través del sitio web del premio James Dyson, en donde deberán explicar en qué consiste su invento, cómo funciona y su proceso de desarrollo.
Las propuestas con más claridad, que muestren un desarrollo iterativo, aporten pruebas de la creación de prototipos y cuenten con imágenes de apoyo y un video, cuentan con mayores posibilidades de ganar.
La convocatoria para la edición 2025 se abrió el 12 de marzo y se cierra el 16 de julio. El 10 de septiembre se anunciará a los ganadores nacionales y a los finalistas, y el 15 de octubre se dará a conocer la lista de los últimos finalistas elaborada por los ingenieros de Dyson. Finalmente, el 5 de noviembre se dará a conocer al ganador internacional. N