
En Durango, se han registrado 105 casos de violencia vicaria, una modalidad de violencia donde las mujeres son víctimas de sus exparejas, quienes utilizan a sus hijos como una herramienta para dañarlas.
Esta violencia, que tiene un alto impacto emocional y psicológico, es, en su mayoría, llevada a cabo por hombres que emplean las leyes a su favor para continuar su agresión, aunque no siempre sea reconocido públicamente, según afirmó Olga Lidia Mejía, representante del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria.
Destacó que muchas de las mujeres víctimas de esta violencia prefieren no hacer públicos sus casos debido a las amenazas recibidas y la corrupción en el sistema de justicia. Esta situación, señaló se ve reflejada en los casos que se han registrado, donde las víctimas tienen que enfrentar una serie de obstáculos legales y sociales para obtener justicia.
Uno de los casos más llamativos dentro de estos 105 registros involucra a Cristian, un hombre que ha sido acusado de ser el agresor y generador de la violencia vicaria. Este individuo ha aprovechado vacíos legales para cambiar su identidad de género y presentarse como “mujer lesbiana” en los tribunales.
Siendo abogado de profesión, Cristian ha utilizado este cambio de identidad para argumentar que no es un hombre quien ejerce la violencia, sino una mujer. Esta maniobra se ha convertido en un ejemplo dentro de un fenómeno que, según las afectadas, podría incentivar a otros agresores a seguir este mismo camino para evadir la justicia.
Refirió que Cristian, quien ahora es considerado un “agresor en potencia“, está promoviendo que otros hombres sigan este modelo de fraude procesal, utilizando el argumento de que no se trata de un caso de violencia hombre-mujer. La intención detrás de este cambio de género sería aprovecharse de los derechos que, por ley, se otorgan a las mujeres en situaciones de violencia para obtener custodia de los hijos, denunciando a su expareja como mujer.
La representante del Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria subrayó que este tipo de comportamiento refleja un trastorno narcisista, algo frecuente entre los agresores que utilizan esta modalidad de violencia para continuar con su abuso, incluso después de la separación.
Ante esta situación, activistas y defensores de los derechos de las mujeres alertaron sobre las lagunas legales y la necesidad urgente de reformas en Durango que eviten que los agresores sigan manipulando el sistema legal para sus propios fines, dejando a las víctimas de violencia vicaria en una situación aún más vulnerable.
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