
Las historias urbanas se pueden contar de mil maneras. es por ello que Ámsterdam decidió drenar uno de los canales del río Amstel y documentar todo lo que se encontraron ahí ¿El resultado? La acumulación de cerca de 700.000 objetos que han sido clasificados por épocas.
Ahí es donde se torna interesante. Los años van desde hace 11,300 años hasta el 2005 y la lista ha sido compartida desde una página web para el deleite de los usuarios de internet.
La página llamada Below de Surface, explicó que el proyecto de investigación arqueológica de la línea de metro Norte/Sur, presta al río Amstel una voz en la representación histórica de Amsterdam.
El Amstel fue una vez la arteria vital, el eje central de la ciudad. A lo largo de las orillas del Amstel, en su desembocadura en el IJ, se originó un pequeño puerto comercial hace unos 800 años.
Ahí fue donde los arqueólogos tuvieron la oportunidad de acceder físicamente al lecho del río, gracias a las excavaciones para el proyecto de infraestructura masiva de la línea de metro Norte/Sur entre 2003 y 2012.
Los ríos en las ciudades son sitios arqueológicos poco probables. No es frecuente que un lecho de río, y menos uno en el medio de una ciudad, se bombee en seco y pueda examinarse sistemáticamente.
Las excavaciones en el Amstel produjeron un diluvio de hallazgos, unos 700,000 en total: una gran variedad de objetos, algunos rotos, algunos enteros, todos mezclados.
Damrak y Rokin demostraron ser sitios extremadamente ricos a causa de los desechos que habían sido arrojados al río durante siglos y los objetos perdidos accidentalmente en el agua. La enorme cantidad, gran variedad y naturaleza cotidiana de estos restos materiales los convierten en fuentes raras de la historia urbana.
Ahí se encuentran los objetos más curiosos, incluyendo una moneda de dos pesos mexicana en la sección de 1998, lo que nos hace imaginar diversas historias de cómo una moneda de otro país terminó ahí y el cómo todo terminó en el fondo del agua, ya sea por accidente o de manera intencional.
La colección, ricamente variada, abarca una gran cantidad de tiempo, desde mucho antes de la aparición de la ciudad hasta el presente. Los objetos pintan una imagen multifacética de la vida cotidiana en la ciudad de Amsterdam. Cada hallazgo es un momento congelado en el tiempo, que conecta el pasado y el presente.
La imagen que pintan de su época es extremadamente detallada y, sin embargo, completamente aleatoria debido a la posibilidad de que objetos o restos se hundan en el lecho del río y sean recuperados desde allí. Esto es lo que hace que esta colección arqueológica sea tan fascinante, tan poéticamente impresionante y abstracta a la vez.