
En esta entrega comparto con ustedes una breve semblanza de San Dimas, llamado el Buen ladrón. A continuación explicaré por qué la importancia de destacar al mencionado personaje bíblico.
San Dimas fue crucificado al mismo tiempo que Cristo y Gestas, este último llamado el Mal Ladrón. El hecho es mencionado en el Evangelio de San Lucas (aunque no se mencionan sus nombres):
Y uno de los ladrones que estaban siendo crucificados blasfemaba contra Jesús, diciendo: «¿No eres tú el Cristo? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Mas el otro crucificado le reprendía, diciendo: «¿Cómo, no temes a Dios, ni aun estando en el mismo suplicio?», «Y nosotros, ciertamente sí lo merecemos, y que se haga justicia, pues pagamos la pena merecida por nuestros delitos; éste ningún mal ha hecho». Después mirando a Jesús, esbozo en tono de súplica la siguiente frase: «Acuérdate de mí cuando hayas llegado a tu reino». A lo que Jesús respondió: «En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso». (Lucas 23: 39-43).
San Dimas lleva una carga histórica al mostrar un alma sensible frente al Cristo sufriente; se convirtió en modelo de los más importantes pintores de la antigüedad, baste citar a Rembrandt, Rubens y entre ellos Matthias Stomer.
Nuestra crónica comienza con una llamada telefónica de la célebre y muy apreciada psicoanalista, Estela Ruíz Millán, quien en breve relato me informa cómo la familia potosina del lado materno del filósofo, Luis Villoro, padre de sus hijos Juan y Carmen, heredó una obra de tema religioso y de gran formato. En principio y sin saberlo de cierto, parecía de factura importante; ella al igual que los hijos acordaron donar la pintura religiosa a un espacio público, para que fuera apreciada más allá del entorno familiar. Acudí a su casa acompañada de un experto para estudiar más a fondo la pieza: la sorpresa fue grande cuando el dictamen técnico arrojó que la obra era de la autoría de Matthias Stomer. Este creador neerlandés, miembro del gremio de los maestros de Ultrech, residió largamente en Italia, donde produjo la mayor parte de las 200 obras conocidas de su autoría, las cuales se encuentran repartidas en los más prestigiados museos del mundo. De estilo tenebrista, se vio influido por la obra de los seguidores holandeses de Caravaggio en Italia, a menudo denominados la escuela caravaggista de Ultrech.
Existen más ejemplos suyos en otros museos, como La cena de Emaús, en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid; San Sebastián atendido por santa Irene y una esclava, en el Museo de Bellas Artes de Valencia; otros más en La Galería Nacional de Irlanda (Dublín) y en el Museo de la Universidad Bob Jones, en Greenville (Carolina del Sur).
Seleccionar el espacio idóneo –frente al númeroso conglomerado de importantes museos que existen en nuestro país– no fue tarea fácil. Por la experiencia en el campo de los museos de quien esto escribe, nos inclinamos por otorgarlo al Museo Arocena, en la ciudad de Torreón; lo anterior, debido a la trayectoria museística que lo precede: la importante pinacoteca que alberga en su histórico edificio (ubicado en el centro de la ciudad); la esmerada tarea de divulgación artística que realiza en la comunidad Lagunera; así como la reconocida capacidad técnica de su directora y del equipo que ahí labora, al igual que por el Patronato sensible y responsable que lo preside.
¡Enhorabuena a la región de La Laguna! Esperemos que esta noble acción anime a muchos otros coleccionistas a depositar por medio de donaciones sus grandes tesoros, con la finalidad de compartirlos para que estén al alcance del gran público. N