¿Cómo llegamos aquí? ¿Estamos solos en el universo? ¿Cómo funciona el espacio? Encontrar las respuestas a estas preguntas no es trivial, pues a la humanidad siempre le ha interesado explorar el enorme misterio que reside más allá de lo que percibimos a simple vista. Afortunadamente, para eso existen herramientas como James Webb, el poderoso telescopio de la NASA que recientemente cumplió dos años.
Para celebrar este hito en la exploración espacial, Gerónimo Villanueva conversó con Newsweek en Español América sobre la ciencia detrás de James Webb y la magia de explorar galaxias y planetas a distancias inimaginables. Estas son algunas de las ideas del astrónomo argentino, condecorado por la American Astronomical Society y la International Astronomical Union.
Con motivo del segundo aniversario del telescopio más grande en el espacio, la NASA publicó una imagen de dos galaxias, a las que nombró “el pingüino y el huevo”. Esta extraordinaria postal, que captura luz infrarroja, muestra la “danza cósmica” de NGC 2936 y NGC 2937, dos galaxias “completamente distintas, una de forma espiral que se ha ido distorsionando como producto de esta danza, y otra que es elíptica, como una circunferencia”, cuenta Villanueva. Dentro de millones de años, el pingüino y el huevo se convertirán en uno mismo.
“Estas imágenes nos dicen mucho de cómo se forman las estrellas, cómo se forman los planetas, nos habla de cómo el universo da lugar a las cosas, a planetas como el nuestro”, explica el científico. El telescopio, detalla, permite estudiar estos fenómenos con altísima precisión a grandes distancias. “Los colores nos hablan mucho de la composición, de la cantidad de polvo, de gases, de las estrellas que se forman. Nos dan mucha información, pero además son espectacularmente bellos en fotografía. Y creo que ahí está la magia”, narra.
“Uno cuando estudia la evolución lo ve como algo estático, pero cuando vemos esta imagen, cuando vemos dos galaxias que son enormes, y que a pesar de sus dimensiones macroscópicas y distancias tan lejanas, se “sienten” entre ellas, y se transforman como producto de esta danza, vemos que es una historia dinámica… es algo realmente maravilloso”
“Supongamos, por ejemplo, que tú estás en París y yo estoy en Estados Unidos, y me mandas un e-mail, que para llegar de un lugar a otro pasa a la velocidad de la luz, segundos, casi ni te vas a dar cuenta. Si la distancia es la Luna, ya serán unos minutos, y si nos vamos a Marte, un par de horas. Pero imaginemos que estamos ya muy muy lejos, es como recibir un mensaje de esas galaxias de hace miles de millones de años, porque la luz que emiten tarda ese tiempo en llegar hasta nosotros desde todo el cosmos. Entonces estamos viendo el pasado, viajando en el tiempo.” ilustra Villanueva.
Recientemente el James Webb identificó una galaxia que batió récords, por ser el objeto más distante jamás detectado en la historia del universo. Llamada JADES-GS- z14-0, nos aparece tal como existía 290 millones de años después del Big Bang, cuando el universo tenía apenas el 2 por ciento de su edad actual de 13.800 millones de años. Esto la ubica dentro de una época misteriosa llamada amanecer cósmico, cuando las primeras estrellas del universo comenzaron a brillar y las galaxias se fusionaron.
“James Webb fue diseñado para entender el principio del universo y lo que queremos entender es cómo se formaron las primeras estrellas, las primeras galaxias. La dificultad de eso es que entre más lejos, se ven más tenues, y por esto es que el telescopio utiliza luz infrarroja, lo que nos permite ver colores que nos dan muchísima información,” continúa.
Gracias esta tecnología científicos como Gerónimo tienen la posibilidad de hacer descubrimientos asombrosos. En su caso, Villanueva obtuvo el primer mapeo de agua D/H en Marte, revelando un antiguo océano en este planeta y capturando su imagen, así como la de materiales orgánicos en la atmósfera marciana. “Ha sido fantástico para muchas cosas”, cuenta emocionado. “Hemos hecho nuevos descubrimientos en Marte, vemos sus lunas de hielo y cómo el agua surge, y podemos investigar si existe ahí la ‘sopa primordial’ que dio origen a la vida. Podemos estudiar qué lugares son habitables en los sistemas solares. En ese sentido el James Webb en dos años ya ha sido revolucionario, y creo que en los años que vienen vamos a tener muchos más grandes descubrimientos.”
“Es una muy buena pregunta”, reflexiona Villanueva. En realidad el estudio de Marte, aclara, tiene un objetivo de exploración. “Es como ir a la Antártida, esa es la analogía que hago. Es un lugar agreste, no es un lugar agradable, pero nos da muchísima información científica de las condiciones extremas de frío”, continúa.
Lo mismo sucede en el planeta del Sistema Solar más cercano a nosotros, que al igual que la Luna, es un destino ideal para descubrimientos científicos y un impulsor de tecnologías que permitirán a los humanos viajar y explorar el espacio. Y aunque se habla del potencial de investigar si Marte contiene recursos que en la Tierra son difíciles de encontrar, e incluso de colonizarlo, para Villanueva vivimos en un lugar realmente especial. “Pareciera que nuestro planeta es bastante único en muchas de las condiciones. Por eso hay que protegerlo, hay que cuidarlo, porque a pesar de que hay miles de planetas y millones de estrellas en el universo, nuestro planeta será siempre el único que podremos habitar, porque nosotros hemos sido adaptados a esas condiciones”, afirma el astrobiólogo.
“Tuve una etapa muy filosófica cuando hice el descubrimiento en Marte. Estaba en Chile, en donde se encuentra el telescopio más poderoso que tenemos en la Tierra. Y una noche, en el desierto de Atacama, estaba mirando el cielo, y es un lugar agreste, pero el cielo se caía de estrellas, y uno se siente insignificante mirando. Tantas estrellas y tantos planetas, y nosotros no somos nada…”
“Pero la magia fue cinco minutos después, cuando me di cuenta de que nuestro significado es entender esta insignificancia. La capacidad de entender nuestro lugar en el universo nos hace muy especiales, y por eso nuestro planeta es tan valioso. Nos da las condiciones perfectas para vivir, mientras lo podamos preservar”, relata en un tono más personal.
La curiosidad y la fascinación son, para Villanueva, la directriz de toda la investigación. Por ello, finaliza con un llamado para que chicos y chicas de todas partes del mundo, pero en especial de Latinoamérica, se interesen por hacer sus carreras en un lugar como la NASA. “Hay muchas oportunidades, pero a veces los latinos lo vemos como una posibilidad muy lejana, y decimos ‘es muy técnico el perfil.’ Pero no es así. Las barreras se las pone uno mismo. Trabajar en la NASA es genial precisamente por la gente que hay aquí, la diversidad y la humanidad. Existe una integración enfocada en resolver desafíos y proyectos de altísima complejidad. Y el propósito de esta exploración es descubrir cosas nuevas que puedan ayudarnos en nuestra vida en la Tierra,” finaliza.
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