A diferencia de la edad adulta, para el cáncer en la niñez no existe la prevención primaria, por lo que el diagnóstico oportuno es fundamental. De acuerdo con médicos especialistas, a pesar de que el padecimiento no sea prevenible en la infancia, fomentar la cultura de la prevención en los menores reduce el riesgo de padecer cáncer en el futuro.
A escala mundial el cáncer es la segunda causa de muerte, según la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer. En el caso de los niños y adolescentes, en todo el mundo anualmente la enfermedad se diagnostica aproximadamente a 274,000 menores de entre 0 y 19 años de edad, según datos de la Organización Panamericana de la Salud.
Al ser una enfermedad multifactorial, el cáncer se ocasiona por la combinación de factores genéticos y ambientales. A pesar de que existe el mito de que si los familiares han padecido esta enfermedad es probable que los descendientes también la tengan, según el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas solo una pequeña proporción de los tumores (alrededor de 5 por ciento) tienen carácter hereditario.
La principal razón por la que personas de una misma familia presentan cáncer es porque comparten hábitos y conductas que aumentan el riesgo, por ello es vital que en las familias se fomente la prevención del cáncer desde la niñez.
La vacunación es una de las formas más eficaces de prevención de enfermedades, por lo que es vital que los padres o tutores de cualquier menor los vacunen contra el VPH, pues la dosis protege contra los tipos de papiloma que con más frecuencia causan cáncer.
El virus del papiloma humano (VPH) es un virus común de transmisión sexual y, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), es la causa de cerca de 90 por ciento de los cánceres de ano y cuello uterino, así como de 70 por ciento de los cánceres de vagina y vulva y de 60 por ciento de los cánceres de pene.
Es recomendable vacunar a los niños y preadolescentes contra el VPH de los nueve a los 14 años. La inoculación también se recomienda para los adolescentes y jóvenes adultos de hasta 26 años que no hayan recibido vacunas previas o no hayan completado la serie de dosis.
Según los CDC, fomentar la actividad física y el ejercicio en la niñez previene el sobrepeso y la obesidad tanto en la infancia como en la vida adulta; de acuerdo con los expertos de este organismo, la obesidad aumenta el riesgo de presentar diversos problemas de salud graves, entre ellos, el cáncer.
La misma fuente vincula el sobrepeso y la obesidad a un mayor riesgo de presentar 13 tipos de cáncer, pues tener un peso elevado puede provocar cambios en el cuerpo, como inflamación a largo plazo y niveles anormales de insulina. Estos cambios aumentan el riesgo de padecer cáncer.
La cantidad de actividad física requerida por los menores varía según su edad. Se recomienda que los niños de tres a cinco años se mantengan activos a lo largo del día, mientras que para los niños mayores de seis y los adolescentes se recomienda realizar alguna actividad física por lo menos una hora al día.
Otro de los factores ambientales que aumentan la posibilidad de desarrollar cáncer es el tabaquismo, tanto pasivo como activo, y ambos son un problema que vulnera el derecho a la salud de la niñez en todo el mundo.
Al hablar de tabaquismo pasivo en la niñez nos referimos a la exposición al humo del tabaco que sufren los menores ya sea en casa o en el exterior, sin ser ellos quienes consumen la sustancia. Los menores son mucho más vulnerables al humo del tabaco, ya que ellos tienen una frecuencia respiratoria más elevada.
En cuanto al tabaquismo activo, los datos indican que en México la edad de inicio para el consumo del tabaco es entre los 15 y 17 años. En el caso de los hombres, se considera que 10 por ciento inicia el hábito antes de los 11 años.
La concienciación familiar con los menores acerca del consumo de tabaco es fundamental, así como la consciencia y responsabilidad por parte de los adultos para alejar a las infancias de personas y lugares donde estén expuestos al humo.
Finalmente, las quemaduras solares graves también pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de piel en el futuro, por lo que la protección adecuada desde la niñez es un método efectivo de prevención.
Se recomienda quedarse bajo la sombra y usar protector solar diariamente, al igual que cuidarse con sombreros y gorras, gafas de sol y ropa que cubra los brazos y piernas. N
