
A raíz de una nueva investigación que apunta a que los tatuajes pueden incrementar el riesgo de linfoma, un tipo de cáncer, un grupo de científicos ha sonado la alarma sobre la urgencia de emprender más estudios para determinar los riesgos de salud de esta práctica.
Según información de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el contexto global Italia es el país con más personas tatuadas en el mundo, pues 48 por ciento de su población cuenta con al menos uno. Le siguen Suecia, Estados Unidos, Australia y Argentina, que tienen de 43 a 47 por ciento. En México, 32 por ciento de la población se ha realizado al menos un tatuaje.
Ante el creciente aumento de los tatuajes, el equipo de investigadores de la Universidad de Lund, Suecia, analizó los datos de una población de 11,905 personas tatuadas para averiguar si los diseños grabados en la piel podían repercutir en el riesgo de desarrollar alguna forma de cáncer; en particular, el linfoma, un tipo de cáncer que inicia en los glóbulos blancos (leucocitos) del sistema linfático.
“Tras consultar los registros públicos de población, reclutamos una cohorte diagnosticada con linfoma”, escribió en un comunicado la Dra. Christel Nielsen, profesora asociada e investigadora de la División de Medicina Ocupacional y Ambiental en la Universidad de Lund, y líder del estudio.
“A continuación, correlacionamos dichos individuos con un grupo de control integrado por personas de la misma edad y género, pero sin linfoma. Todos los participantes del estudio respondieron un cuestionario sobre sobre diversos aspectos de su estilo de vida, incluida la presencia o no de tatuajes”, añadió.
“Luego de considerar otros factores relevantes —como tabaquismo y edad— hallamos que el riesgo de desarrollar linfoma era 21 por ciento más elevado entre los participantes con tatuajes”.
Aunque aún se desconocen las causas precisas de esta asociación, Nielsen y su equipo teorizaron que la aparición del linfoma podría ser consecuencia de la respuesta del cuerpo a la tinta utilizada en los tatuajes.
“Es bien sabido que, al inyectar la tinta en la piel, el organismo interpreta la sustancia como un ‘cuerpo extraño’ que no debe estar presente y, por consiguiente, activa el sistema inmunológico, el cual transporta gran parte de la tinta de la piel a los ganglios linfáticos, donde se deposita”, agregó la científica.
Debido a que los tatuajes más grandes requieren de más tinta, el equipo conjeturó que esos diseños debían suponer un riesgo de salud mayor que el de los tatuajes pequeños. Sin embargo, lo que observaron fue que el tamaño no tenía mucha importancia.
“Aún no podemos explicar a qué se debe esto”, agregó Nielsen. “Lo único que podemos hacer es especular que cualquier tatuaje, no obstante su tamaño, provoca una respuesta inflamatoria leve que, a la larga, puede precipitar la aparición del cáncer. Por lo anterior, es evidente que el proceso inmunológico es mucho más complejo de lo que imaginábamos”.
Dado que los hallazgos son meramente asociativos, los autores hacen énfasis en la necesidad de emprender más investigaciones para verificar sus resultados y confirmar que la tinta utilizada en los tatuajes aumenta el riesgo de desarrollar linfoma.
Por lo pronto, el equipo tiene proyectado explorar la posibilidad de que los tatuajes aumenten el riesgo de padecer otras formas de cáncer y enfermedades inflamatorias.
“Es indiscutible que las personas seguirán expresando su identidad mediante los tatuajes. En consecuencia, es fundamental que todos, como sociedad, tomemos medidas para garantizar la seguridad del procedimiento”, sentenció la investigadora.
“Desde la perspectiva individual, es importante no perder de vista que los tatuajes afectan la salud, por lo que, si alguien experimenta síntomas asociados con un tatuaje, lo más conveniente es que consulte de inmediato con su proveedor de atención de médica”, añadió.
La información completa de este estudio se localiza en un artículo del sitio web de la revista eClinicalMedicine. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)