El partido Demokraatit ha logrado una histórica victoria en las elecciones parlamentarias de Groenlandia, obteniendo un 29,9% de los votos y superando al oficialista Inuit Ataqatigiit y su socio de coalición, Siumut, que han caído hasta un 36% conjunto.
Esta formación liberal ha triplicado su apoyo en comparación con los comicios de 2021, cuando apenas alcanzó un 9,1% de los votos. Su propuesta de una independencia gradual de Dinamarca ha calado entre los electores, marcando un punto de inflexión en la política groenlandesa.
El partido Naleraq, principal opositor e independentista, obtuvo el 24,5% de los votos, consolidándose como una pieza clave en la nueva configuración política de Groenlandia. Su líder, Pele Broberg, ha enfatizado la urgencia de iniciar el proceso de autodeterminación, proponiendo un tratado de libre asociación con Estados Unidos a cambio de apoyo económico y seguridad.
El líder de Demokraatit, Jens-Frederik Nielsen, celebró la victoria asegurando que los groenlandeses votaron por un cambio de rumbo.
“Queremos más negocios para financiar nuestro bienestar. No queremos la independencia mañana, sino una base sólida”, declaró.
Por su parte, el primer ministro Mute Egede, de Inuit Ataqatigiit, reconoció la derrota y expresó su disposición a negociar la formación de un nuevo gobierno. Su postura moderada sobre la independencia parece haber pasado factura en las urnas.
La elección ocurre en un momento de tensión geopolítica creciente en el Ártico, donde Estados Unidos, Rusia y China compiten por los recursos naturales y las rutas comerciales.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha insistido en la importancia de Groenlandia para la seguridad de Estados Unidos. Incluso sugirió la posibilidad de comprar la isla, una idea que ha sido rechazada por la mayoría de los groenlandeses.
En el último debate electoral, los líderes de los principales partidos coincidieron en su desconfianza hacia Trump. Erik Jensen, de Siumut, advirtió:
“Intenta influirnos y es comprensible que muchos ciudadanos se sientan inseguros”.
A pesar del amplio apoyo político a la independencia, el debate sigue centrado en los plazos y condiciones económicas. Groenlandia sigue dependiendo de 1,000 millones de dólares anuales en subsidios de Dinamarca, lo que complica una separación inmediata.
La extracción de minerales estratégicos como las tierras raras, esenciales para la tecnología global, se mantiene como un tema polémico. A pesar del interés internacional, las barreras medioambientales y el dominio de China en el sector han frenado el desarrollo minero en la isla.
Groenlandia no está en venta
Trump, en un intento de suavizar su postura, ha ofrecido inversiones multimillonarias si Groenlandia decide unirse a Estados Unidos, pero las fuerzas políticas locales han rechazado la propuesta. Mute Egede lo dejó claro:
“Groenlandia no está en venta”.
Los resultados reflejan una polarización creciente entre quienes desean avanzar rápidamente hacia la independencia y quienes prefieren un proceso gradual. La conformación del nuevo gobierno será clave para determinar el futuro de la isla.
¿Se acelerará el camino hacia la independencia o prevalecerá la prudencia económica? Groenlandia enfrenta un nuevo escenario político que definirá su destino en los próximos años. N
